En las familias “multiespecie”, en donde conviven estrechamente humanos y animales, es frecuente la inquietud respecto de cómo integrar un recién nacido a la dinámica familiar, de manera segura y exitosa.

 

En este contexto, Paola Mujica, Secretaria Académica de la Escuela de Medicina Veterinaria de UDLA, explica que “con tiempo, dedicación y un manejo adecuado, prácticamente toda mascota logra una buena convivencia con un niño, por lo que no existe ninguna razón para excluir o abandonar a un animal por la llegada de un niño a la familia. Dependerá de cada caso (tipo de mascota, personalidad, estilo de vida, etc.), el tipo de manejos que se recomienda realizar, pero sin duda se recomienda comenzar a preparar la llegada del nuevo integrante con anticipación, para minimizar el estrés en toda la familia”.

 

La experta agrega que “el cambio que se generará afectará el ambiente del animal, por lo que es necesario incorporar gradualmente las modificaciones o estímulos para preparar o acostumbrar a los animales a la presencia de este ‘nuevo humano’, que desde el punto de vista de los animales es un ser completamente distinto a un adulto. Se mueve distinto, emite distintos sonidos, tiene otro tamaño y otros olores, por lo que es natural que el animal sienta curiosidad por estos estímulos o se comporte de manera inusual ante su presencia”.

 

La profesional de Universidad de Las Américas explica que “para trabajar la sociabilización del animal, se debe comenzar a exponer de a poco a los estímulos que generará este nuevo ser. Por ejemplo, grabaciones con sonidos de recién nacidos o niños, acercamiento a niños y coches durante paseos, utilizando refuerzo positivo y siendo muy cuidadosos de no presionar al animal ante estas actividades. Debe asegurarse que estas actividades de socialización progresiva sean agradables para el perro o el gato y que no representen una amenaza ni para ellos, ni para las personas involucradas. Incluso, la familia puede utilizar un muñeco para facilitar este proceso, especialmente en el caso de animales más nerviosos o reactivos”.

 

Además de la socialización gradual, también es importante hacer las modificaciones del ambiente o manejos de manera anticipada. Por ejemplo, si el perro duerme en la cama de las personas y el objetivo de la familia es que una vez llegado el niño esto no suceda, es necesario hacer este cambio previamente. Para el animal, ya es suficientemente estresante la llegada de un nuevo integrante y si a eso sumamos un cambio, que para el animal puede representar un desmedro en el vínculo con el humano (como puede ser dejar de dormir con ellos), estamos facilitando un aumento en el nivel de estrés. Los animales pueden manifestar de distintas maneras esta condición y algunos podrían llegar a desarrollar conductas no deseadas, que son más sencillas de prevenir que de manejar una vez instauradas.

 

Finalmente, Paola Mujica comenta que “dado que cada perro o gato tiene características conductuales propias y es necesario abordar de manera individual cada caso, se recomienda que ante la necesidad de tener que preparar la vida cotidiana para incorporar un nuevo integrante, los tenedores responsables consulten con un Médico Veterinario con experiencia en etología para que puedan, en conjunto, implementar los manejos más adecuados para cada familia”.

 

Fuente: Mestizos Magazine Link

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